sábado, 10 de abril de 2010

Hegel y la Historia de la Filosofia


Acabo de publicar en la web del Centro el comienzo de la “Introducción a la Historia de la Filosofía” de Hegel.
En esta magnífica obra el gran pensador hace, como siempre, observaciones relevantes incluso para un tiempo tan complejo como el nuestro.  Por ejemplo escribe:


La forma de la historia tiene que hacer pasar los acontecimientos, los hechos, por un orden ante la representación. Luego ¿cuáles son los hechos en la historia de la filosofía? Son los actos del libre pensamiento; es el mundo intelectual, cómo se ha originado y cómo se ha producido. Luego es la historia del pensamiento la que tenemos que estudiar. Es un viejo prejuicio que la facultad de pensar distingue al hombre del animal. Nosotros queremos dejar esto bien afirmado. Lo que el hombre tiene de más que el animal lo posee por el pensamiento. Todo lo que es humano, lo es solamente porque el pensamiento está activo en ello; puede tener la apariencia que quiera: en tanto que se es humano, se es solamente por el pensamiento. El hombre se distingue del animal solamente por esto. Pero el pensamiento, en tanto que es así lo esencial, lo sustancial, lo activo en el hombre, tiene que ocuparse de una infinita multiplicidad y diversidad de objetos. Pero tanto más excelente será cuanto más él se ocupe sólo de lo más excelente que él posea, del pensamiento mismo, cuando se quiera sólo a sí mismo, tenga que ver solamente consigo mismo. Pues su ocupación consigo mismo es esto: distinguirse, buscarse; y esto ocurre solamente en tanto que él se produce. El pensamiento es activo solamente mientras que se produce; él se produce a través de esta su actividad misma. El pensamiento no es inmediato; existe solamente mientras que él se produce de sí mismo. Lo que él así produce es la filosofía. La serie de estas producciones, este trabajo milenario del pensar para producirse, estos viajes de descubrimiento a los cuales se lanza el pensamiento para descubrirse a sí mismo, esto es lo que tenemos que investigar.


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Es, pues, una tarea especial explicar que la intuición, la memoria, el sentimiento, la voluntad, etc., humanos, tienen sus raíces en el pensar. Nosotros tenemos voluntad, intuición, etc., y los oponemos al pensar. Pero el pensar determina, además del pensar, también a la voluntad, etc., y nosotros llegamos por una intuición más directa al conocimiento de que el pensar no es algo especial, una fuerza de- terminada, sino que es lo esencial, lo general, de lo que es producido todo lo demás. La historia de ¡a filosofía es también la historia del pensamiento (Gedanken). Estado, religión, arte, etc.. son también productos, actos del pensamiento; pero, sin embargo, no son filosofía. Luego nosotros tenemos que establecer una distinción en la forma del pensamiento. La historia de la filosofía es ahora la historia de lo universal, de lo sustancial del pensamiento. En ella coinciden el sentido o la significación y la representación o lo exterior del pensamiento en una unidad. Aquí no existe ni un pensamiento exterior ni un pensamiento interior, sino que el pensamiento es en cierto modo mismamente lo más interior. En las otras ciencias, forma y contenido son totalmente distintos. Pero en la filosofía es el pensamiento mismo su objeto; se ocupa consigo mismo y se determina desde sí mismo. Se realiza porque se determina por sí; su determinación es producirse y existir en el interior. Es un proceso en sí mismo, tiene vida y actividad, posee en sí numerosas relaciones y se pone a sí mismo en sus diferencias. Es solamente el pensamiento moviéndose a sí mismo. 


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El pensamiento es en sí libre y puro, pero ordinariamente se presenta en cualquier forma: es pensamiento determinado particular. 

Como tal, posee dos determinaciones: primero, siempre aparece en producciones determinadas del espíritu humano, por ejemplo, el arte. Solamente la filosofía es el pensar libre, puro, ilimitado. En otras producciones del espíritu humano es necesario que el pensamiento esté ligado a un objeto y contenido determinados, de manera que aparezca como pensamiento delimitado, definido. Segundo, el objeto no es, en general, dado. En la intuición tenemos siempre un objetivo determinado, un objeto particular ante nosotros. La tierra, el sol, etc., los encontramos ante nosotros, sabemos de ellos, creemos en ellos como en la autoridad de los sentidos. En tanto que el objeto es dado, el pensamiento, la conciencia, el Yo no son libres, existe algo distinto que el objeto; éste no es Yo; tampoco yo soy en mí, es decir, yo no soy libre. Entonces la filosofía nos enseña a pensar, enseña cómo tenemos que comportarnos con todo eso; maneja objetos de una índole peculiar: tiene por objeto la esencia de las cosas, no los fenómenos, la cosa en sí, como existe en la representación. La filosofía no considera esta representación, sino la esencia del objeto, y esta esencia es el pensamiento mismo. La filosofía tiene por objeto también al pensamiento mismo. El espíritu es libre mientras que el pensar se ocupa consigo mismo, pues es en sí. 

Podemos hacer aquí una observación posterior. La esencia, como precisamente hemos dicho, no es otra cosa que el pensamiento. A a esencia oponemos el fenómeno (la apariencia), el cambio, etc.


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La historia política o la historia del mundo considera los hechos de la razón volitiva, los actos de los grandes individuos, de los grandes Estados; nos enseña cómo esta razón se manifiesta en el nacer, propagarse y en la decadencia de los Estados. La historia del arte considera las ideas en la forma de la fantasía, la cual lleva las ideas a la intuición; la historia la filosofía considera las ideas en la forma del pensar. Pone ante sí la conciencia pensante, nos coloca ante los héroes del pensar, del pensamiento puro, como han de ser considerados en sus actos. El hecho es tanto más excelente cuanto menos la particularidad del sujeto ha impreso en él su sello. En la filosofía es donde lo particular, es decir, la actividad particular del filósofo, se esfuma y solamente permanece el campo del puro pensar. Si se compara este campo con otros, se debe tener a éste por el más noble, el más excelente; porque el pensar es la actividad que distingue al hombre. El hombre es pensante en todo; pero, por ejemplo, en la sensación, en la intuición, en el querer, en la fantasía, no es puramente pensante. Solamente en la filosofía se puede adoptar la postura del pensar puro; solamente en ésta, porque en ella se piensa libre de todas las determinaciones naturales, libre de toda particularidad. Esta es la base que nosotros queremos considerar en su movimiento. De esto se concluye que los actos de la razón pensante no son ninguna aventura. 


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¿Qué es esa contradicción de la unidad de la verdad y de la multiplicidad de las filosofías? ¿Cuál es el resultado de este largo trabajo del espíritu humano, y cómo se ha de concebir éste? ¿En qué sentido queremos tratar la historia de la filosofía? 

La historia de la filosofía es la historia del pensamiento libre, concreto, o la historia de la razón. El pensamiento libre, concreto, se ocupa solamente consigo mismo. No hay nada racional que no sea resultado del pensar, no del pensar abstracto, pues éste es el pensar inteligente (del pensamiento), sino del pensar concreto; éste es la razón. También aquella pregunta se ha de expresar más directamente: ¿En qué sentido debe ser considerada la historia de la razón pensante, es decir, en qué acepción? Y aquí podemos contestar que no puede ser interpretada en ninguna otra acepción que en el sentido del pensamiento mismo; o podemos decir que la interrogación misma es incorrecta. En todas las cosas podemos preguntar por el sentido o por la significación (acepción); así, en una obra de arte podemos preguntar por la significación de la forma; en el lenguaje, por la significación de la palabra; en la religión, por la significación de la representación o del culto; en otros actos, por el valor moral, etc. 

Esta significación, o este sentido, no es otra cosa que lo esencial o lo universal, lo sustancial de un objeto, y este sustancial del objeto es el pensamiento concreto del objeto.


Puede leerse el texto integral picando aquí.

Incluyo esta obra de Hegel como parte de mi inminente curso: Hegel y la Psico-Logía