sábado, 18 de julio de 2009

Giegerich: El fin del Significado y el nacimiento del Hombre (IV)


Continuación del artículo de Wolfgang Giegerich, comenzado aquí.

"Lo Inconsciente": ¿hecho descubierto o medio para un fin?
El enunciado "Desde que las estrellas han caído del cielo, y nuestros símbolos más altos han palidecido, impera una vida secreta en lo inconsciente. Por esta razón, hoy tenemos una psicología, y por ello hablamos de lo inconsciente", nos dice más sobre el origen de la psicología de Jung y de las necesidades del desarrollo intelectual de Jung en particular que acerca de la historia del alma a gran escala. Nos permite ver que Jung no descubrió el inconsciente simplemente a través de su trabajo como un psicólogo por haber tropezado con determinados hechos que requerían este concepto. Él no era en primer lugar un psicólogo al que le ocurrió que descubriera el inconsciente colectivo. No estaba destinado, por nacimiento, para decirlo de algún modo,  a volverse un psicólogo. Podría haber escogido y haber sido grande en todo tipo de profesiones. No, fue al revés. Tenía que hacerse psicólogo por "lo inconsciente" (en su sentido), para ser más precisos: la invención y la creación de la idea de lo inconsciente era la única vía que le quedaba abierta para poder realizar exitosamente su proyecto. Necesitaba lo inconsciente, porque (a) tenía la meta suprema de restablecer, bajo las condiciones de la modernidad, el significado mítico como una realidad presente –sin tener que recurrir a la utopía, ni resucitar literalmente el pasado, y (b) porque así ocurría, esta meta sólo podía conseguirse a través de una interiorización tipo Kronos de "las estrellas" (= los contenidos, de los mitos, religión y metafísica anteriores) dentro del individuo humano (= mediante la psicologización): "Todos los dioses y demonios, cuya nulidad física es tan fácilmente aceptada como el ‘opio de los pueblos', retornan a su lugar de origen, en el Hombre" (Jung, 1945, § 1366). La solución a su problema fue el psicologismo mismo (44) –es decir, traducir todas las grandes ideas y situaciones religiosas y metafísicas, de problemas del mundo o cósmicos, y problemas públicos, y problemas del pensamiento del "hombre total", a ser psicológicos, meramente internos, dentro del hombre (donde el hombre se concibe como una positividad). Pero fue solamente una Notlösung (un recurso, una emergencia, un subterfugio). Por supuesto, tenía que ser una Notlösung, porque lo que realmente se buscaba (una nueva forma de adentridad, una no-natez secundaria) ya era en sí una contradicción.

Así,  fue el hecho que la "psicología" proporcionara el único modo disponible para que su meta se pudiera alcanzar lo que determinó la profesión que Jung escogió.

Reducción y Privatización
Una desventaja importante de esta psicologización desde nuestro punto de vista es que tiene que ser psicologista. Jung no pudo realmente comprender el alma como vida lógica. No pudo moverse del nivel de la semántica al de la sintaxis. No pudo ver que el "sujeto" [y el tema] de la psicología no es la persona individual y sus experiencias emocionales internas, sino, "el hombre a gran escala", la noción de hombre, la conciencia en toda su amplitud: la lógica de nuestro ser-en-el-mundo concreto en una situación histórica dada. Jung tuvo que rebajar y reducir el opus magnum al opus parvum. Así tenía la firme opinión unilateral de que "Si el individuo no ha cambiado realmente, nada ha cambiado" (Jung, 1973b, p. 462, James Gibb, 1 de Octubre de 1958). Jung no pudo ver lo opuesto de esto, es decir, que nada cambia si sólo cambia el individuo, y si no cambia también, y predominantemente, la lógica del ser-en-el-mundo a gran escala. (45) Jung (1957) escribió: "¿Sabe el individuo que él es el peso decisivo que determina la inclinación de los platillos de la balanza?" (§ 586). (46) "Sólo la vida del individuo es esencial en última instancia. Esto por sí solo hace historia, sólo aquí toman lugar primeramente las grandes transformaciones" (Jung, 1934, § 315). (47) "Él [el individuo] es el factor importante y . . . la salvación del mundo consiste en la salvación del alma individual" (Jung, 1957, § 536). Pero, ¿cómo puede realmente cambiar el individuo si no ha cambiado la lógica–la lógica que como tal es el medio que lo penetra todo, el corazón y el alma de la realidad, y de la verdadera existencia humana?

Parte del enunciado siguiente ha sido citado arriba. El psicoterapeuta "no trabaja tan solo para este paciente particular, que podría ser bien insignificante, sino para sí mismo, así como para su propia alma, y al hacer esto quizá está poniendo un granito infinitesimal en los platillos del alma humana. Por pequeña e invisible que pueda ser esta contribución, sin embargo es un opus magnum, porque se logra en la esfera en donde el numen solo tardíamente se ha asentado [o: inmigrado], y ala cual se ha trasladado el peso íntegro de los problemas de la humanidad [Menschheitsproblematik] . Las cuestiones finales de la psicoterapia no son asuntos privados –representan una suprema responsabilidad" (1946b, § 449). (48) Esto no puede permanecer sin ser contradicho. Vemos como aquí Jung está inflando y mistificando el trabajo del terapeuta en la consulta, a la vez que reduce el opus magnum. Es como aquellos primitivos que iban al altar de su dios con un pollo bajo su brazo, diciendo "Contempla, he aquí que te sacrifico una hermosa cabra", Jung quiere hacer pasar los asuntos privados como asuntos públicos significativos, el opus parvum como el opus magnum. Creía que la psicología de lo inconsciente era la ciencia fundamental (la ciencia que funda todas las ciencias) (49) y que al atender al inconsciente, se llegaba directamente al lugar dónde está la verdadera acción: "el verdadero problema será de ahora hasta un oscuro futuro un problema psicológico" (Jung, 1973b, p. 498, a Werner Bruecher, 12 de abril de 1959). La psique, el inconsciente en el interior, es tomado como el verdadero "campo de batalla" (Jung, 1948b, § 293), (50) donde se toman las últimas decisiones. Ciertamente, el trabajo de la psicoterapia tiene su propia significación y representa una responsabilidad. Pero no hay ninguna diferencia fundamental con la importancia de otras ocupaciones significativas, como aquellas del maestro, el juez, el basurero, el comerciante, el obrero, el médico, la secretaria, etc. Por supuesto, si no fuera cuestión más que de un granito infinitesimal que se pone en los platillos del alma de la humanidad, entonces Jung tendría razón al afirmar que la psicoterapia puede hacer esa contribución –porque cualquier acción, omisión, idea, puede ser un granito infinitesimal; la psicoterapia no tiene privilegios aquí. Pero cuando se trata de los problemas de La Humanidad a Gran Escala (Menschheitsproblematik), la psicoterapia es insignificante. Es en lo fundamental un asunto privado, fundamentalmente superado [sublated], descomprometido [disengaged] que, en el mejor de los casos, pertenece a lo que Husserl llamó "el mundo de la vida", pero que expresado más apropiadamente pertenece a la esfera del tiempo de ocio, es decir, a la sala de juegos (la sala de juegos que con frecuencia se llama, con una palabra ennoblecedora, temenos). El opus magnum está en otra parte: en aquellas obras que articulan y cambiar la lógica de nuestro ser-en-el-mundo.

Pero Jung quería confiar en acontecimientos semánticos: experiencias del inconsciente, sueños personales, y cosas por el estilo. Como ya le oímos decir: "¿Qué es el gran Sueño? Consiste de muchos sueños pequeños." (Jung, 1973b, p. 591, a Sir Herbert Read, 2 de septiembre de 1960). ¡Qué chasco! Un par de frases antes –correctamente, en mi opinión– Jung había dicho: "El gran sueño es lo que siempre ha hablado a través del artista como su portavoz." El "gran sueño" tal como lo concibe esta frase, no  es precisamente la suma de los "pequeños sueños" privados, sino un fenómeno totalmente distinto: la obra del gran arte, que es a priori pública, que pertenece a toda una nación, sino a toda la humanidad, (51) y es producto del hombre total (homo totus), incluyendo su conciencia de vigilia y todo su poder intelectual. El gran arte y por la misma razón el gran pensamiento no vienen de "lo inconsciente", concebido naturalisticamente y positivamente como una misteriosa constante antropológica y como una reserva de arquetipos intemporales, ni de la personalidad del individuo (de su interior). Vienen de la situación histórica real y concreta de cada época respectiva, a partir de las verdades fundamentales, de las cuestiones abiertas y de los profundos conflictos de la era, que presionan para lograr una representación articulada como para obtener una respuesta. Ellas (las verdades, cuestiones y conflictos de la era) son la fuente, la materia prima y el tema [sujeto] real de producción ("creatividad"). Y no son ni individuales ni "colectivos" sino– lógicos (lo cual nos lleva a una dimensión completamente distinta) y en cuanto tales (y sólo en cuanto tales) "como es arriba es abajo", como es adentro es afuera. El hombre tiene su alma en ellos y en las grandes obras producidas por ellos, y no en si mismo, ni en su "inconsciente", y por esto el lugar "del peso entero de los problemas de toda la humanidad" está en estas grandes obras. En ellas y en su sucesión se encuentra el opus magnum. (52)

El gran artista, el gran pensador, es consiguientemente aquél o aquella (no como persona con su interior o su inconsciente, sino como homo totus) que es alcanzado por las grandes cuestiones de la era, o para decirlo al revés, en quién, puesto que es alcanzado y reclamado por ellas, las grandes cuestiones de la era fermentan y se ejercitan. El gran artista o el gran pensador no son más que una vasija alquímica en la cual los grandes problemas de la era son la materia prima que pasan por corrupción fermentadora, destilación, sublimación, y por supuesto articulación. Y el verdadero artífice de la obra finalmente es el espíritu mercurial que se agita desde dentro de los problemas mismos de la era. El gran pensador y el gran artista, por lo tanto, es aquel o aquella que pueden dejar que se agite en su propio interior el Mercurius presente en las grandes cuestiones de la era.

Para Jung sin embargo todo esto es diferente en tres aspectos: 1. el campo de batalla está dentro, puesto que para él el Hombre como persona individual, de modo auténticamente psicologista, es el "lugar de origen" (Jung, 1945, § 1366) y el lugar donde hoy deben encontrarse el numen y la expresión del estado actual de las grandes preguntas de la existencia humana; 2. la materia prima o los problemas de la humanidad son decididamente intemporales (modelos arquetipales intemporales); y 3. rechazó aceptar como fundamental la diferencia entre lo grande y lo pequeño, lo excepcional y lo ordinario (Wind, 1968, p. 238), el opus magnum y el opus parvum. Se negó a ver que las imágenes arquetipales por sí mismas no indican ni garantizan la grandeza (53) y que los sueños pequeños del hombre común son sólo de significación privada y personal. Le asignó a los sueños, así como al trabajo en la consulta, un significado completamente exagerado, casi religioso, mucho más allá de la importancia personal limitada que de hecho tienen.Para él ellos son el nuevo lugar del numen. Casi todo el mundo puede tener sueños. Así fue el propio Jung, quien preparó el camino para la condición del junguianismo actual: para el carácter popular, fundamentalmente amateur y prevalecientemente subjetivo (54) de las publicaciones típicamente junguianas, por un lado, y para el espíritu inflado y falso en el que se hace uso de los mitos y de los símbolos, y se usan palabras tales como "lo sagrado" y "lo numinoso," u otras tantas. Lo cual es una cara de la moneda, cuyo otro lado muestra el hecho de que, en obvio contraste con la obra de Freud, la obra de Jung no atrajo ni inspiró a grandes mentes, pensadores, escritores, artistas, y permaneció académicamente inexistente.

Una parte y condición previa de ésto fue la sustitución de la verdad por la Erleben (la experiencia sentida, la vivencia). La experiencia emocional abstraída, sin tomar en cuenta de qué fuera experiencia, era en última instancia lo único que contaba, en tanto fuera una experiencia del inconsciente y, como tal, "naturaleza" primordial. El contenido podía ser cualquier cosa mientras se pudiera encontrarle un paradigma arquetipal o mítico. Aquí unen sus fuerzas el empirismo científico de Jung y su subjetivismo (postura personalista, antropológica).

¿Cuál es el problema con la experiencia sentida (Erleben, Urerfahrung)? Que sistemáticamente excluye y se abstrae de la lógica de la situación: de las premisas implícitas no enunciadas (u ontológicas) inherentes a la constitución de la conciencia, así como del lugar histórico donde uno se encuentre. Se deja a priori afuera lo que realmente cuenta: el fundamento psicológico de nuestra existencia en el momento histórico dado. No se pone en juego, no forma parte del proceso. Así, la experiencia emocional excluye precisamente el alma de la situación, tratando en cambio de pacificarnos, por un lado, con contenidos semánticos abstraídos (imágenes) y como contraparte con  reacciones emocionales subjetivas, igualmente abstractas, como anzuelo. Los acontecimientos emocionales tales como "experiencias primordiales de lo inconsciente", por impresionante y conmovedoras ("numinosas") que sean, son esencialmente idiosincrásicas. (55) Psíquicamente (56) pueden ser importantes, psicológicamente son irrelevantes.

En lo que Jung dijo acerca de la inmigración del numen y su reubicación de la Menchheitsproblmatik, se ve nuevamente con claridad su modo de reaccionar y de disponer de su propio reconocimiento de que la conciencia humana ha emergido de su anterior contenimiento en el significado. Pueden distinguirse tres aspectos.

Primero, en vez de dejar que este cambio fundamental realmente vuelva a casa al "numen" mismo, como su descomposición, superación [sublation], fermentación, corrupción, su "muerte", le deja padecer meramente un cambio de lugar, que permite preservar al numen como tal, intacto, a pesar de este cambio radical de lugar. Responde a la emergencia de la conciencia con una inmersión del numen (inalterado, no afectado): "Es uno de los auto-engaños de nuestro tiempo creer que los espíritus no cabalgan nuevamente. . . . Estamos tan sólo alejados del lugar de tales acontecimientos, extraviados por nuestra propia locura [Wir sind nur von dem Ort solchen Geschehens entrückt oder verrückt]. Aquellos de nosotros que aún estamos allí, o que hemos encontrado el camino de vuelta, seremos doblegados por la misma experiencia, tanto ahora como antes" (Jung, 1973b, p. 612, para Olga von Koenig-Fachsenfeld, 30 de noviembre de 1960). Nada ha ocurrido realmente: "Nada cambia, sino su nombre. . . . Nuestra conciencia sólo imagina que ha perdido sus dioses, pero en realidad, todavía están ahí" (Jung, 1973b, p. 594, a Miguel Serrano, 14 de septiembre de 1960). La frase "Aquellos de nosotros que aún estamos allí" señala por supuesto a la (restitución secundaria de la) no-natez, a la pretendida negación de la emergencia de la conciencia, después del hecho de haber ya advertido esta emergencia.

Segundo, al abrir un nuevo campo de batalla para el numen, o para todo el peso de la Menschheitsproblematik dentro del hombre, Jung le ha quitado a la esfera pública su estatus como real y único ruedo y lugar del opus magnum del alma. Lo que aquí ocurra ahora es devaluado como "nada, salvo". Se supone que el inconsciente es el verdadero lugar donde está la acción, donde está el alma. Toda la atención psicológica se desvía de lo que ocurre en el arte, la filosofía, la tecnología, la economía, etc. y se canaliza al inconsciente del individuo y a sus productos privados y sobre todo a los sueños.

Cuando Jung dijo "este paciente particular. . . puede ser muy insignificante", tuvo una visión importante. Pero tenemos que generalizar su comentario. No es que este paciente en particular sea insignificante mientras algunos otros podrían no serlo. Hasta el punto en que nosotros todos, en tanto personas individuales, somos pacientes, (literalmente o potencialmente), nosotros con lo que ocurre en nosotros somos de hecho completamente insignificantes. Jung también vio que lo que finalmente cuenta es lo que está en los "platillos del alma de la humanidad". Incluso sostuvo la idea de una "individuación de la humanidad", como subrayó A. Jaffé. Aquí estuvo muy cerca de una verdadera psicología, de la dimensión lógica que es el hogar del alma. Pero sin embargo metió todo esto a presión dentro del individuo, y de ese modo lo miniaturizó. Toda significación fue proyectada en lo que Jung in nuce ya había visto como "bastante insignificante". No liberó su visión de las cadenas personalistas, antropológicas. Incluso la individuación de la humanidad fue en última instancia vista teniendo lugar sólo en el proceso de individuación personal, que era a su vez concebido como un proceso de salvación personal. (57) En esto último es donde Jung puso todas sus esperanzas. Ciertamente, concibió una psique transpersonal y objetiva, pero ¿qué tipo de transpersonalidad y objetividad eran éstas? La noción de transpersonalidad fue encerrada en la esfera semántica: se sostuvo que las imágenes arquetipales que ocurren en la psique personal eran de naturaleza transpersonal y que eran parte de la psique objetiva. Sintácticamente, Jung no permitió que su término "transpersonal" se liberara y saliera a lo abierto, hacia una transpersonalidad que fuera en sí misma transpersonal, impersonal, objetiva (en lugar de ser subjetiva-personal): mercurial, la lógica interior de la situación histórica en la que estamos.

Surge la siguiente cuestión: Si tan cerca estuvo de la intuición de que el sujeto [el tema] real de la vida psicológica (y por tanto, el tema de la investigación psicológica) no es el individuo, sino el Mercurius transpersonal, objetivo, o el logos, (58) ¿por qué no pudo liberarse del personalismo y lo miniaturizó? ¿Por qué no pudo salir a lo abierto, al reino donde está el verdadero campo de batalla del alma invisible: el reino del pensamiento, la cultura, el arte, la ciencia, la economía, etc.? ¿Por qué no pudo buscar allí las agitaciones del Mercurius oculto? La respuesta es: Porque entonces hubiera sido necesariamente obvio (y tendría que haberse dejado penetrar por la idea de) que el significado, la adentridad, el mito, habían acabado de una vez y para siempre. Hubiera tendido que entrar sin reservas en la modernidad y aceptar que el hombre ha nacido, y haber huido de cualquier vasija uterina y vestimenta mítica, así como haber permitido que el espíritu escapara de la botella. Pero por supuesto el propósito mismo de su proyecto psicológico era sellar nuevamente el espíritu en la botella, después de su huida (59), y devorar al niño –que ya había nacido–a fin de simular la salus que sólo existe dentro de la ecclesia. Además, tendría que haberse confiado a la lógica verdaderamente (aún sintácticamente) objetiva (impersonal, suprapersonal) de la vida del alma y renunciar al anhelo de un proceso de salvación e individuación personal, subjetivo, con experiencias personales de "significado". Quería tener significado, poseerlo inmediatamente. Después de todo, éste era un proyecto de salvación que iba en contra de los hechos mismos. De modo que en ambos casos, su movimiento psicologista era consistente e indispensable.

Tercero, la nueva duplicidad de campos de batalla va de la mano con una disociación estructuralmente "neurótica"; el foro público, con todos los desarrollos filosóficos, artísticos, y también culturales, sociales, políticos, es el lugar donde de hecho está la acción –pero (para Jung) cuenta como "nada, salvo", mera sustancia "egoica", en último análisis como un lugar de engaño y locura (véase la frase "extraviados por nuestra propia locura"); el campo de batalla privado de los procesos en el inconsciente, es el lugar donde ahora supuestamente se ha instalado el numen y donde se deciden las cuestiones últimas, donde se realizaría el opus magnum pero es irrelevante en el mundo real: nadie se preocupa o advierte nada de ello (excepto quizás, unos pocos junguianos embelesados y sus pacientes).

Continúa