jueves, 17 de abril de 2008

Alfred Adler: El sentido de la vida

Alfred Adler (1870-1937) se separó del movimiento psicoanalítico de Sigmund Freud en 1911 - para proponer su “Psicología Individual”. Fue así el primer disidente que inauguraría una visión psicológica original, como ocurriría también dos años más tarde con Carl G. Jung.

Su aproximación al alma, si bien aún se mueve dentro de una concepción de “profundidad”, hace prescindible todo tipo de “entidades” psicológicas (lo inconsciente, los arquetipos, las instancias psíquicas), alejándose así de una visión metafísica de la psique, y en cambio destaca los estilos de vida, las ficciones que orientan la existencia, el anhelo de superación y el sentimiento de comunidad.

Su pensamiento, notablemente original y estimulante, ha influido en muchas corrientes psicológicas del siglo XX, desde el personalismo de Carl Rogers hasta Abraham Maslow y los movimientos que acentúan el impulso anímico a la auto-realización creativa, así como en todos los enfoque “holísticos” de la psicología.

Acabo de publicar en la web su obra de 1935, “El sentido de la vida” en la cual desgrana todos los temas básicos de su agudo pensamiento y confronta su visión con el psicoanálisis de Freud.

Este libro tiene especial interés para quienes sigan la “Reflexiones sobre el Alma”, ya que la brevedad del curso no permitirá ahondar en el pensamiento de Adler, que merece ser conocido y divulgado. Sin ser tan “popular” y difundido como los pensamientos de Freud o de Jung, el de Adler es sin embargo de una transparencia y de una “inteligibilidad” cristalina, y nada afecto a postular “entidades” metafísicamente sospechosas, o a hacer del alma una sustancia, y por tanto está más libre de una interpretación “naturalista” de la psique. Para Adler, por ejemplo, lo inconsciente es ante todo “lo incomprendido, lo que ha escapado a nuestra comprensión”, y no una “región”, un “estrato” o una misteriosa “dimensión” o “capa” psíquica. La psique es así un decurso y un discurso, mucho más que un “objeto”. En este sentido, Adler postula ejemplarmente una visión antidogmática y no sustancialista, que sin embargo no reniega de la profundidad ni de la inteligibilidad de las dinámicas del alma.

Aprovecho aquí para recordar una serie de notables frases de Adler, tomadas de diversas obras suyas:

Toda actividad psicológica muestra que su dirección está gobernada por una meta predeterminada. Empero, poco después de que comience el desarrollo psicológico del niño, todas estas metas tentativas, individualmente reconocibles, caen bajo el dominio de la meta ficticia, un fin que se considera firmemente establecido. En otras palabras, como un personaje diseñado por un buen dramaturgo, la vida interior del individuo está guiada por lo que ocurre en el quinto acto de la obra.

Si queremos entender la naturaleza de un individuo, entonces toda manifestación psicologica debiera percibirse y comprenderse como preparatorias para una meta particular. Cada persona desarrolla una meta final, consciente o inconscientemente, pero ignorante de su significado.

Confía sólo en el movimiento. La vida ocurre en el plano de los acontecimientos, no el de las palabras. Confía en el movimiento...

Es fácil creer que la vida es larga y los propios dones son vastos -esto es: fácil en el comienzo. Pero los limites de la vida se van haciendo más evidentes; se vuelve claro que una gran obra puede hacerse raramente, si es que se hace alguna vez

Es más fácil luchar por los propios principios que vivir a su altura.

No hay algo así como el talento. Hay presión.

El mayor peligro en la vida es que puedas tomar demasiadas precauciones.

La únicas personas normales son las que no conoces muy bien.

La verdad es con frecuencia una terrible arma de agresión. Es posible mentir, e incluso matar, con la verdad.

Más importante que las disposiciones innatas, la experiencia objetiva y el entorno es la evaluación subjetiva de éstos. Además, esta evaluación permanece en una cierta y con frecuencia extraña relación con la realidad.

Los significados no están determinados por las situaciones, sino que nos determinamos a nosotros mismos por los significados que damos a las situaciones.

No podemos decir que si un niño está mal alimentado se volverá un criminal. Debemos ver qué conclusiones ha sacado el niño.

Todas las posibilidades hereditarias y todas las influencias del cuerpo, todas las influencias ambientales, incluyedo la presión educacional, son percibidas, asimiladas, digeridas y respondidas por un ser viviente que aspira: aspira la realización exitosa en su modo de ver. La subjetividad del individuo, su especial estilo de vida y su concepción de la vida moldean y configuran todas las influencias. La vida individual reune todas estas influencias y las usa como ladrillos provocativos para construir una totalidad que aspira hacia una meta exitosa al relacionarse con los problemas externos.

Podemos comprender todos los fenómenos de la vida como si el pasado, el presente y el futuro junto con una idea rectora, supraordenada, estuvieran presente en ellos como indicios.

Cuando conocemos la meta de una persona, conocemos aproximadamente lo que seguirá.

Cada individuo actua y sufre de acuerdo con su peculiar teleología, que tiene toda la inevitabilidad del destino, en tanto él no lo comprenda.

La opinión que una persona tiene de sí y del entorno puede deducirse mejor del significado que encuentra en la vida y del significado que da a su propia vida.

El ideal abstracto, ficticio, es el punto de origen para la formación y diferenciación de los recursos psicológicos dados en forma de actitudes preparatorias, disponibilidades y rasgos del carácter. El individuo entonces viste los rasgos de carácter exigidos por su meta ficticia, tal como la máscara del personaje (persona) del actor antiguo tenía que adecuarse a los fines de la tragedia.

El alma humana muestra un impulso a capturar en formas fijas mediante supuestos irreales, esto es, ficciones, aquello que es caótico, siempre en flujo e incomprensible. Sirviendo a este impulso, el niño generalmente usa un plan a fin de actuar y encontrar su camino. Procedemos del mismo modo cuando dividimos la tierra mediante paralelos y meridianos, pues sólo así conseguimos puntos fijos que podemos poner en relación entre sí.

El neurótico está clavado en la cruz de su ficción.

Después de todo, no hay principio según el cual vivir que sería válido hasta el mismo final; incluso las soluciones más correctas interfieren con el curso de la vida cuando son empujadas demasiado lejos en el fondo, como por ejempo si uno hace de la impecabilidad y la verdad la meta de toda aspiración.

Creo que no estoy limitado por ningún regla estricta o prejuicio, sino que prefiero suscribir al principio: Todo puede también ser diferente.

No debemos descuidar nunca el uso que el paciente hace de sus síntomas.

Habría muchos menos arranques de mal humor si no se ofreciera la posibilidad de asegurar de este modo la propia importancia.

Ninguna experiencia es una causa de éxito o de fracaso. No sufrimos de la conmoción de nuestras experiencias -al así llamado "trauma"- sino que hacemos de ellas lo que conviene a nuestros propósitos.

Uno de los complejos más interesantes es el complejo de redentor. Caracteriza a aquellos que conspicua pero inadvertidamente asumen la acctitud de que deb en salvar o redimir a alguien. Hay miles de grados y variaciones, pero siempre es claramente la actitud de una persona que encuentra su superioridad resolviendo las complicaciones de los demás.

En la investigación de un estilo de vida neurótico siempre debemos sospechar un oponente, y tomar en cuenta quién sufre más a causa de la condición del paciente. Usualmente es un miembro de la familia. Hay siempre este elemento de acusación velada en la neurosis, el paciente siente com si se le privara de su derecho -esto es, del centro de atención- y deseando atribuir la responsabilidad y la culpa en alguien.

Los individuos desafiantes siempre perseguirán a otros, y sin embargo siempre se considerarán perseguidos.

Una actriz neurótica, hablando sobre asuntos amorosos, dijo: "No temo en absoluto a tales asuntos. De hecho soy completamente amoral. Sólo hay una cosa: he encontrado que los hombres huelen mal, y eso viola mi sentido estético". Comprenderemos que con tal actitud uno puede muy bien permitirse ser amoral sin incurrir en ningún peligro.

Herir a otra persona mediante el arrepentimiento es uno de los recursos más sutiles del neurótico, como cuando, por ejemplo, se complace en auto-acusaciones.

Una mentira no tendría sentido a menos que la verdad fuera sentida como peligrosa.

Lágrimas y quejas -los medios que he llamado "poder del agua", pueden ser un arma extremadamente útil para perturbar la cooperación y ceñir a los demás a la condición de esclavitud.

...La preparación imperfecta origina las miriadas de formas que expresan la inseguridad y la inferioridad mental y física... En cada caso hay un "sí" que acentúa la presión del interés social, pero siempre está invariablemente seguido por un "pero" que posee mayor fuerza e impide el necesario aumento de interés social. Este "pero" en todos los casos, típicos o particulares, tendrá un matiz individual. La dificultad de una cura está en proporción a la fuerza del "pero".

"Si no tuviera (esta dificultad) yo sería el primero". Como regla, la cláusula "si" contiene una condición imposible de cumplir, o el propio arreglo del paciente, que sólo él puede cambiar.

La neurosis es el desarrollo natural, lógico, de un individuo que está comparativamente inactivo, lleno de un anhelo personal, egocéntrico, de superioridad, y por ello está atrasado en el desarrollo de su interés social.

Ver con los ojos de otro, escuchar con los oídos de otro, sentir con el corazón de otro. Por el momento esa me parece una definición aceptabl de lo que llamamos sentimiento social.

En la vida real siempre hallamos una confirmación de la melodía del sí mismo integral, de la personalidad, con sus miles de ramificaciones. Si creemos que el fundamento, la base última de todo se ha encontrado en los rasgos del carácter, los impulsos o los reflejos, el sí mismo tiende a ser descuidado.

Los mismos tonos cuentan un cuento diferente en Richard Wagner que en Liszt.

La gente cree con frecuencia que izquierda y derecha son contradicciones, que hombre y mujer, caliente y frío, ligero y pesado, fuerte y débil son contradicciones. Desde un punto de vista científico, no son contradicciones sino variedades. Son grados de una escala, ordenados de acuerdo con su aproximación a una ficción ideal. De la misma manera, bueno y malo, normal y anormal no son contradicciones sino variedades.

El psicólogo puede tan sólo llamar la atención sobre los errores; el paciente, en cambio, se ve obligado a dar vida a la misma verdad.

El hombre sabe mucho más de lo que comprende.

Para consultar su “El sentido de la vida” basta con picar aquí.