jueves, 5 de abril de 2007

El poder de las pesadillas

A lo largo de toda su obra, Henry Corbin ha insistido en que "nuestras ideas sociopolíticas modernas son la laicización y la secularización de sistemas teológicos anteriores" (El Imam Oculto), en que "todas las formas del agnosticismo imperioso y del imperativo agnóstico marcan el triunfo del nihilismo: es la realidad del ser limitado al único mundo empírico, la verdad del conocimiento limitado a las percepciones sensibles y a las leyes abstractas del entendimiento, en resumen, todo lo que rige la concepción del mundo llamado científico y objetivo, y por tanto la realidad del acontecimiento limitado a los acontecimientos de la historia empírica, de manera que ya no hay forma de escapar al dilema “mito o historia” porque no se es ya capz de presentir que existen “acontecimientos en el cielo“... Todas nuestras ideologías reinantes son laicizaciones de sistemas teológicos que perecieron en su triunfo. Queremos decir que la Encarnación divina se ha mudado en Encarnación social o socio-política... Son otras tantas consecuencias de la extinción o la desaparición de del mundo imaginal" (De la teología apofática).

Por ello, escribió Corbin, “es la función cognitiva de la imaginación la que permite el establecimiento de un riguroso "conocimiento analógico", evitando el dilema del racionalismo corriente, que deja sólo una elección entre los dos términos de un dualismo banal: o "materia" o "espíritu", un dilema que la socialización de la conciencia resuelve substituyéndola por otra elección no menos fatal: o bien "historia" o bien "mito"” (Mundus Imaginalis)

Al perder de vista la realidad del alma, la Imaginación ha sido identificada con "lo imaginario" que queda así a merced de estas ideologías. El control de "lo imaginario" es entonces "control del mundo", algo que vivimos con toda su crudeza, su violencia y su terror en nuestros días